[ Mar.2017 ] Cogimos el Frecciarossa, el tren rápido desde la Estación Central de Milán a Venecia.
La última vez que estuvimos en Venecia fue hace un año y medio.
Esta vez no nos alojamos en la propia Venecia, si no que en la isla de Murano, que es famosa por la cristalería.
Así que tomamos el autobús acuático en frente de la estación de tren de Santa Lucía rumbo a Murano.
El clima era muy agradable y la ciudad estaba llena de turistas, especialmente chinos y coreanos, disfrutando de paseos en góndola con hasta 10 personas por góndola.
En esta temporada, no había muchos japoneses.
Aparentemente se empieza ha hablar sobre limitar el número de turistas en Venecia para el futuro.
El autobús acuático que nos llevó a Murano estaba lleno, también.
Nos bajamos del autobús acuático en la primera parada de Murano y miramos google maps en el móvil, dándonos cuenta de que el hotel nos pillaba bastante lejos de aquella parada.
Deberíamos haberlo mirado antes.
De todos modos, teníamos que ir allí, asi que comenzamos a caminar, con nuestras maletas a cuestas.
En el camino, encontramos nuestro restaurante favorito, Busa alla Torre da Lele que ya habíamos ido la última vez que visitamos Murano.
Así que decidimos comer primero.
Las mesas del exterior estaban casi llenas, pero por dentro estaba vacío, sólo nosotros y algunas personas locales.
Dentro de los mariscos variados pedimos el entrante, un plato de cangrejo con Polenta.
Este cangrejo se llama Moeche y se desprenden de su piel en aquella época del año, asi que estaban tan tiernos, que terminamos el plato.
Para el principal, spaghetti de Tellini, con pequeños crustáceos.
Al principio queríamos pedir spaghetti con langosta pero el camarero nos recomendó aquel otro plato, porque estaba fresco y sabroso.
Realmente todo estaba buenísimo.
Para beber, bebimos Bellini para antes del aperitivo y luego una copa de prosseco. Ya que estabamos en Veneto la región del prosecco.
Con el café, servían un pequeño pastel de chocolate.
Un hombre que era de allí, y estaba sentado en la mesa de al lado, le estaba explicando a su invitado, que este pastel era típico de Venecia, porque al principio no había chocolate ni especias, pero gracias al comercio de la época medieval estas cosas llegaron a Venecia y se añadieron a los postres.
Él también estaba diciendo: «Hay tantos restaurantes en Venecia, pero éste es diferente».
Nos quedamos muy satisfechos con la comida, así que volvimos allí de nuevo en el último día de nuestra estancia y comimos la pasta con scampi.
Por cierto, unos días antes de que llegaramos allí, se conoce que unos terroristas planeaban hacer volar el Puente de Rialto en Venecia, estos fueron arrestados y aparentemente estaban trabajando en uno de esos restaurantes turísticos.