[ Mayo, 2013] El último lugar al que fuimos en el recorrido por el sur de Alemania, fue el castillo de Linderhof.
Este es uno de los tres castillos que construyó Ludwig Ⅱ, el rey del Reino de Baviera.
Le cogió cariño especialmente a este castillo y hacia el final de su vida (murió cuando solo tenía 40 años), se quedó a vivir allí.
Es un castillo pequeño, pero lujoso, copiado del famoso castillo de Versalles en Francia, el cual adoraba.
Él le tenía mucho estima a Luis XIV, lo venía como el rey ideal, es por lo que hay estatuas de este rey francés en este castillo.
Otra cosa que vale la pena mencionar, es la fuente tiene un chorro de agua que dispara a una altura de hasta 30 metros cada 30 minutos.
No se usa electricidad para esto.
La ubicación de este castillo muestra el personaje de Ludwig.
Está escondido entre montañas y no puedes verlo hasta que no estás allí.
Odiaba a la sociedad en Munich y todos sus castillos están muy lejos de la capital, cerca de la frontera con Austria.
Su misantropía es tan mala que sus alimentos fueron preparados en una mesa en la cocina de la planta baja y había un mecanismo para llevarlos hasta la mesa de su comedor para que no tuviera que encontrarse con sus sirvientes.