[ May, 2015 ] Volvimos a visitar Taipei en Taiwan.
Esta vez fue un corto viaje para celebrar un cumpleaños familiar.
En nuestra llegada, comenzamos haciendo turismo con un guía.
El primer destino fue el Templo de Longshan, el cual ya habíamos visitado la última vez que estuvimos.
Tal y como sucedió la otra vez, el tren estaba lleno de gente, aunque no hubiese ninguna festividad ni nada similar en aquel momento.
Mr.Kou, nuestro guía nos explicó como rezar.
Primero ponga sus ofrendas en la mesa y compre palitos de incienso, entonces has de encenderlos y ir hacia el edificio principal y rezar por Guayin (deidad budista) y Pangu (dios taoísta).
Lo interesante es que antes de orar, tienes que decir tu nombre, dirección y fecha de nacimiento al dios.
Y al final pones los palos de incienso en el soporte del quemador de incienso.
Es un conjunto de oración.
Había otros dioses consagrados detrás del Guayin.
Son más especializados en cada campo, como la salud, el estudio, el desarrollo empresarial, autónomos, el mar, el matrimonio y así sucesivamente.
Los taiwaneses rezan de manera muy realista y concreta.
Por ejemplo, cuando oran por aprobar un examen, ofrecerán la copia del examen a dios.
Había pedazos de madera en forma de una oreja y un labio cerca de la entrada.
Estos son los medios de comunicación para conversar con los dioses.
La gente coge las dos piezas juntas en manos como en la foto y pide a dios la respuesta sobre las cosas que no pueden decidir por sí mismas.
Luego dejan caer aquellas maderas al suelo.
Dependiendo de qué lado las piezas de madera caen, la respuesta del dios sería «sí» «no» o «su pregunta no está clara».
¡Interesante, verdad!
Después de un rato, todos los creyentes comenzaron a cantar. Era una simple melodía bonita.