[Mayo.2016] Cogimos un taxi para llegar a Vlkolinec, el pueblo de campo en Eslovaquia. Pero no habíamos acordado ningún transporte para la vuelta. Le preguntamos a la dependienta de una tienda llamada “Galería” si ella podría llamar a un taxi para nosotros. Ella dijo: “Si esperáis hasta las 2:30 os llevaré”. Y Salió de la tienda a las 2:30.
Fuimos hacia su coche con su perro. Nuestra comunicación era muy limitada, pero podía sentir su bondad.
Ella tuvo que detener el coche cuando nos encontramos con un rebaño de cabras en el camino, ya de paso yo hice algunas fotos. Cuando llegamos, queríamos darle una pequeña cantidad de dinero.
Pero ella se negó rotundamente. Finalmente cuando dije que era por la gasolina, ella lo aceptó.
Sentí que no solo ella, sino que quizás muchas personas en ese país son como ella.
Ella nos llevó a la estación de Ruzomberok, pero tuvimos que esperar el tren durante una hora y media.
Así que dimos un paseo por la ciudad. Lo busqué después y descubrí que la población es de unos 30000 habitantes.
Y es una ciudad industrial, con producciones de algodón y papel. Me sorprendió que las plataformas de la estación eran muy pequeñas. Habia una linea amarilla en ese estrecho espacio, y cuando llegó el tren, estábamos tan cerca del tren que me asusté.