[ Dic.2018 ] Luego de haber tenido un muy buen almuerzo en Mantua, el patrimonio de la humanidad al norte de Italia, visitamos el palacio Ducale.
Este palacio fue donde la poderosa familia aristocrática Gonzaga vivió desde finales del siglo 13 hasta principios del siglo 18.
La parte mas antigua solía pertenecerle a la familia Bonacolsi, quienes tenían el poder antes de los Gonzaga.
Tan pronto como los Gonzaga obtuvieron poder, comenzaron a reestructurar las casas pertenecientes a los Bonacolsi y gradualmente las unificaron con las suyas propias.
Aparentemente los Gonzaga planearon, desde el comienzo, no solo tener el poder invisible, sino también acaparar espacio físico de la ciudad. Es por esto que la expansión del palacio era uno de sus proyectos mas importante.
Luego de su nombramiento como marqués de Mantua, la expansión del palacio fue veloz.
Es por esto que el palacio es un complejo con varios edificios que se denomina «la cuidad dentro de la ciudad».
Hay mas de 500 habitaciones.
Sorprendentemente, cuando los Gonzaga se fueron, el palacio quedó abandonado y para principios del 1900 estaba completamente arruinado.
La restauración continúa aún hoy en día y algunos de los edificios siguen abandonados.
Este lugar es como un laberinto así que, aunque teníamos un mapa, nunca entendí donde estábamos o en que dirección caminamos.
Todas las habitaciones que vimos eran magníficas, aunque algunas eran mas impresionantes que otras. La que recuerdo bien es el Salone dei Fiumi (salón de los ríos).
La forma de la habitación era semi-cilíndrica, la decoración era muy particular y tenía cuevas a los costados.
Fue construido originalmente en 1575 y las cuevas fueron agregadas a finales del siglo 17. La decoración fue embellecida al rededor de 1780.
Otra habitación notable del palacio fue la Sala dello Zodiaco (sala del zodíaco).
La pintura del techo llamada «noche», realizada en 1570, era hermosa.
La Sala del Labirinto (sala del laberinto) tenía un techo de madera con forma de laberinto.
Entre las frases del techo había una que me llamó la atención, «Forse che si, forse che no» (tal vez si, tal vez no).
Aparentemente Gabriele D’Annuzio, el famoso poeta y escritor de principios del siglo 20, escribió una novela cuyo título era esa frase y la historia transcurría mayormente en Mantua.
También está la Sala di Troia (sala de Troya). Sus paredes y el techo están llenos de pinturas que representan la guerra de Troya.
Aparentemente la familia Gonzaga se sentía orgullosa con sus conexiones con Grecia, desde que la hija de una importante familia bizantina se casó con uno de los duques en 1531.
Visitamos muchísimas mas habitaciones, demasiadas como para procesarlas a todas.
Casi me olvido, había una exhibición en una de las habitaciones de pinturas de Rubens y van Dyke, pero no estoy segura si es una exhibición permanente o no.
Cuando salimos de este mundo de fantasías, era de noche.
Lo último que hicimos en Mantua fue ir a la barbería que se encontraba frente al palacio para que mi marido se cortara el pelo.
El barbero era un profesional experimentado con autoafirmación.