[Dic.2019] En el segundo día en París, salimos a buscar croissant y café con leche para el desayuno y caminamos por el hotel.
Después de un tiempo andando, encontramos un pequeño mercado de pulgas, y luego un pequeño mercado de alimentos.
Mucha gente estaba haciendo compras allí … la buena costumbre sigue viva aquí.
Estaba verduras de alta calidad, en Londres no puedes ver a menos que no vayas a algunas tiendas de lujo muy caras y se vendieran a precios razonables.
Un amigo nuestro que se había mudado a Francia desde Londres me decía el otro día: «hay algunas cosas difíciles con las que lidiar, pero la calidad de vida aquí es mayor», y ahora sentí que lo entendía, al menos un poco .
Sin embargo, la conveniencia de vivir es peor aquí.
La huelga general continuó también durante el día, así que le pedimos a la recepcionista del hotel que llamara a un taxi para llegar a Las Catacumbas de París, porque quería verlas.
El propósito de nuestras breves vacaciones en París era ver un ballet y una ópera, pero, como ambos fueron cancelados por la huelga, cambiamos apresuradamente nuestras vacaciones para que fueran una visita turística.
Ya hemos estado en la mayoría de las atracciones turísticas famosas de París, pero no en las catacumbas.
Cuando llegamos allí, encontramos una larga cola, así que nos unimos.
Solo 200 personas pueden ingresar a la vez, por lo que la cola apenas se movió.
Después de mucho tiempo cuando comenzó la lluvia ligera, aunque se suponía que iba a ser un día seco, un miembro del personal se acercó y dijo: «Las Catacumbas estarán cerradas al mediodía, por lo que la gente de aquí en la cola no podrá para entrar. Se abrirá de nuevo a las 2:30 pm, así que tendraís que volver luego «.
Jo, qué mala suerte!
El padre de una familia alemana frente a nosotros en la fila mostró el sitio web de las Catacumbas en su móvil a mi esposo, señalando que ponía «abierto todo el día».
Entonces, mi esposo saludó a la persona a cargo y le preguntó sobre eso, y el explicó: «Debido a la huelga, hoy no tenemos suficiente gente, así que cerramos entre el mediodía y las 2:30 pm».
Ya veo, este es otro aspecto de la huelga.
Muchas personas se rindieron y dejaron la cola, pero nosotros seguimos a la familia alemana y nos quedamos un tiempo.
Entonces, como había menos gente, ¡podíamos entrar a las 11:57!
Ese fue realmente un suceso.
El precio de la entrada fue de 14 € con la audioguía en inglés.
Pero después de bajar 132 escalones hasta los 20 metros bajo tierra y cuando caminábamos por el estrecho y largo corredor, mi esposo dijo que quería volver.
Como es un poco claustrofóbico y asmático, le preocupaba que pudiera entrar en pánico pronto.
Entonces él regresó y yo seguí por mi cuenta, pero después de un tiempo, él volvió para seguir.
Dijo que debido a que cerraron este lugar a las 12:00, nadie podía estar allí después de subir la larga escalera, lo cual habría estado otro problema, por lo que decidió arriesgarse.
Así que seguimos juntos.
En el camino, justo antes de la entrada del propio osario, había una sala con alguna exposición y había una persona a cargo allí, así como la señal de salida, lo que lo hizo sentir a gusto.
Pero era obvio que no quería quedarse mucho tiempo, así que nos apuramos.
En el osario, las paredes estaban hechas de una enorme cantidad de huesos.
Aparentemente son los huesos de 6 millones de personas.
A diferencia de los que ya habíamos visto, como en Faro en Portugal y en Milán en Italia, este lugar no tiene significados religiosos.
Esto se hizo solo porque las otras tumbas se llenaron.
Decidieron aquí, que solía ser la cantera del siglo XV, el osario a fines del siglo XVIII.
Al principio, solían arrojar los huesos al azar, pero alrededor de 1810 el Inspector General de las Canteras desarrolló esta área para estar en orden con cierto diseño.
A principios del siglo XIX, las Catacumbas se abrieron al público y en 1897, celebraron un concierto de medianoche aquí.
Por supuesto, ‘la Marcha fúnebre’ de Chopin y ‘Danse Macabre’ de Saint-Saëns se incluyeron en el programa.
Más de 100 personas vinieron al concierto para probar su coraje aparentemente.
Por cierto, mi madre que visitó aquí hace décadas me dijo «Recuerdo haber sentido que después de nuestra muerte, todos somos iguales: japoneses o occidentales, ricos o pobres …»
Al final, mi esposo fue capaz de terminar todo el camino y subimos a la tienda del museo en el suelo.
Compré un paño de anteojos con el patrón de esqueleto para el recuerdo y nos fuimos de allí.
