[ Sept.2018 ] En nuestro último día en Leópolis, Ucrania, fuimos a almorzar a un restaurante llamado «Serpiente Verde».
Los cuatro comimos platos muy buenos como hígado, lengua y codillo de cerdo, pero lo mas interesante fueron los cuatro licores que probamos llamados Nastroyanka.
Todos ellos eran verdes, por ahí tenía algo que ver con el nombre del restaurante. Estaban hechos con lima, cactus (nunca lo hubiese imaginado), tomillo y absenta, el porcentaje de alcohol se iba incrementando en ese orden.
El mas fuerte, absenta, tenía 65% de alcohol, lo cual era muy fuerte para mi y no lo puede beber.
El mejor para mi fue el de lima.
Luego del almuerzo fuimos al mercado a cielo abierto de arte y artesanías, el cual se encuentra abierto todos los días en la parte antigua de la ciudad.
Lo mas popular de este mercado son las blusas bordadas a mano.
El diseño era similar a las blusas tradicionales rumanas. Pero mientras las rumanas estaban hechas de algodón, estas eran de lino.
Eran todas muy bonitas así que no pude decidirme por ninguna. Luego nos fuimos a otra parte del mercado, en la cual vendían accesorios, distintas cosas con la cara de Putin y demás.
Encontré un collar hecho con trozos de ámbar y otras piedras, así que lo compré.
No era muy caro pero como era un mercado a cielo abierto teníamos que pagar en efectivo, lo que significaba que debíamos retirar mas grivnas (moneda ucraniana) del cajero automático, aunque era nuestro último día.
Mas tarde volvimos al lugar de la feria en el que vendían las blusas y decidí comprarme una apropiada para una mujer adulta.
Nuestra amiga Alina no estaba con nosotros en ese momento así que nos comunicamos con gestos y descubrimos que las blusas mas tradicionales son blancas con el bordado en rojo y negro.
Podría haber pasado mas tiempo en el mercado pero Alina y yo teníamos que ir a una clase de danza.
En Kiev tuve una clase de ballet pero aquí la clase era de contemporáneo.
Alina es profesora de danza, así que tiene algunas conexiones y nos permitieron unirnos a la clase.
El estudio estaba situado a las afueras de la ciudad, en un área industrial, y había al rededor de 10 alumnos.
Una mujer muy joven llamada Maria fue nuestra profesora.
Era una clase de estilo libre bailado entre dos personas tirando y empujándose entre sí.
Nunca había bailado algo así y fue muy interesante.
Mientras nosotras bailábamos mi marido se aventuró a cortarse en pelo.
Él suele irse a cortar el pelo durante las vacaciones.
Por suerte la dueña de la peluquería vivió en Estados Unidos así que se pudieron comunicar en inglés y charlaron bastante.
Ella dijo «Fuimos a Crimea en julio para tratar a mi hijo enfermo. Me causaba un poco de temor por la invasión Rusa, pero la realidad es que todo seguía como siempre. Habían muchos ucranianos allí.»
Ella incluso dijo «No creas nada de lo que leés en las noticias».
Eso me pareció interesante y me lleva a preguntarme que es lo que está pasando verdaderamente.
Mi marido también fue al museo de iconos pero era el único visitante así que se sintió observado por todos los trabajadores y eso lo incomodó.
Las vacaciones están llegando a su fin.
Para nuestra última cena fuimos a un bar de jazz llamado Librería.
Este es otro de los lugares que no entrarás si no sabés que están allí, porque no hay carteles y está ubicado en un edificio de departamentos.
Parecía muy popular y había mucha gente.
Por suerte Alina había reservado una mesa así que nos pudimos sentar y tener una cena liviana, que consistió en un plato de quesos y uno de conejo.
Obviamente disfrutamos de la música.
El bajista de la banda, Marc, era amigo de Alina así que charlamos un poco con él.
El baterista era joven y tocaba como si estuviera aburrido, por ahí pretendía ser cool. El cantante era muy bueno.
Luego de la cena fuimos directo al aeropuerto para tomar nuestro vuelo a la media noche.
Estas vacaciones fueron tan completas y lindas que no puedo creer que fueron solo 5 días.