El pronóstico meteorológico era correcto, llovió todo el día el día siguiente, fuimos al Mercado Central de Riga.
El mercado estaba sólo a 200 metros de nuestro hotel, en una gran calle, pero el ambiente era totalmente diferente al de la bonita vieja ciudad de Riga.
Cada uno de los 5 edificios vendía una cosa diferente, bloque de carne, bloque de productos lácteos, bloque de pescado y así sucesivamente, la zona al aire libre de los edificios era la zona de verduras, las verduras estaban muy frescas y había mucha abundancia de bayas.
Podíamos oler eneldo.
El pan de Uzbek parecía muy popular, tanto que había cola para comprarlo.
Me preguntaba si la gente que había, serian gente común de Letonia.
Había muchas mujeres mayores que llevaban ropas nada modernas y el lenguaje que escuchábamos era Ruso.
En el otro lado del mercado, vendía ropa increíblemente insípida, supongo que debe haber demanda para aquella ropa.
El mal tiempo podría ser la razón que daba lugar a esa atmósfera sombría, pero nos pareció que la gente era pobre.
Cuando caminamos más allá, hacia la Academia Letona de las Ciencias la cual se trataba de un edificio de arquitectura estalinista.
Este tipo de edificios están en Moscú y Varsovia, también.
El contexto histórico no era muy agradable, pero el edificio era fotogénico.
Junto a él, había una iglesia Rusa, una ceremonia acababa de terminar, y mucha gente salió, así que nosotros entramos.
Las mujeres tenían que llevar pañuelos, y nos dijeron que en un quiosco nos prestarían uno, pero yo misma decidí usar la capucha de mi chaqueta, así que la usé y entré.
Había algunas personas besando los símbolos religiosos, habíamos visto esto en numerosas ocasiones, pero esta vez sentí que estaban haciéndolo de manera seria, más que en cualquier otro lugar.