[ Ago.2016 ] Nos fuimos a Gdansk desde Varsovia en tren. El tren salía desde una plataforma del metro de la estación central de Varsovia. Mientras estabamos esperando en la plataforma el tren que salía a las 11:20am, dieron un anuncio y me dí cuenta que las personas que estaban esperando se empezaron a ir. Así que fuimos al punto de información para ver que ocurria, nos confirmaron que nuestro tren llegaba con un retraso de ¡120 minutos! Mi marido fue a la oficina de información que estaba situada en el piso superior, él esperó en la larga fila, y finalmente cuando era su turno la señora de la ventanilla no entendía el inglés, con lo que él dijo en voz alta: «¿Alguien sabe hablar inglés?. Afortunadamente, una mujer mayor que estaba también en la fila, respondió a su llamada. Gracias a ella, pudimos cambiar nuestro tren a las 12:20 pm.
Sugún dijo mi marido, el hijo de esta mujer estaba casado con una chica de Australia, y ellos estaban viviendo en Canada. Como el nieto no entendía el polaco, ella tuvo que estudiar inglés. Este tipo de pequeño contacto con ciudadanos corrientes, es el tesoro de viajar.
Tardamos un poco más de dos horas y media en llegar a Gdansk. En el tren nos sirvieron agua y café gratuitamente. Por cierto, en el tren de vuelta, nuestros vagones eran «silenciosos». En estos vagones no sólo el movil si no que las conversaciones tienen que estar en el tono más bajo posible. Todos los pasajeros estaban cumpliento la norma rigurosamente.
Me encantaría que este sistema también estuviese implantado en los aviones.