[ Abr.2017 ] El día de después de regresar de la Isla de Ishigaki en Okinawa, Japón, donde la temperatura ya era muy calida como la de mediados de verano, fuimos al norte del país con mi familia.
Cogimos el Shinkansen, el tren bala, a Morioka y alquilamos un coche.
Tan pronto como nos bajamos del tren, el viento helado y amargo soplaba contra nosotros.
Tenía frío, aunque llevase jersey, una chaqueta finita y una chaqueta de cuero encima.
Podíamos ver la magnífica nieve coronada Mt. Iwate desde allí.
El primer lugar que visitamos fue ‘Morioka Handi-Works Square’ dentro de la ciudad de Morioka.
Había 15 estudios de las industrias locales de la prefectura de Iwate, tales como Nambu Ironware y Morioka Sembei (galletas de arroz).
Por supuesto que también vendían sus obras en algún establecimiento.
Fuimos a Sweet Workshop, Indigo Dyeing Workshop y así sucesivamente y compramos algunas cosas.
Mi madre dijo: «Eso se parece a una pintura, titulada ‘Obreros en el pasado'», mirando a la gente que trabaja en el Nambu Ironware.
Había una casa residencial tradicional llamada Nambu Magariya, que fue construida originalmente a finales de la era de Edo (1603 – 1868) y reubicada allí mismo.
Así que fue un lugar interesante para visitar, pero estaba muy tranquilo.
Fuimos sólamente un de semana, pero no había muchos visitantes por la zona, lo que me hizo sentir incluso más frío.
Aunque má adelante, vimos como un grupo de gente coreana llegaba a la ciudad.
En el centro de la Plaza, había un edificio grande llamado Centro de Promoción de la Industria Local de Morioka que alojaba una tienda de souvenirs y una cafetería.
De acuerdo con nuestra guía turíastica, debía haber un taller de tejidos y la gente podía experimentar tejiendo, pero no estaba allí en la Plaza, por lo tuvimos que reguntar.
Estaba allí en la planta superior del Centro de Promoción.
Fuimos allí y encontramos a una mujer girando la lana.
Le pedí a mi familia que esperara y probé el tejido.
La urdimbre del algodón ya estaba puesta en el telar y sólo tenía que enhebrar la mano a través de ellos.
Yo no necesitaba fuerza para hacer eso, no como la experiencia que tuvimos en Sakiori Tejiendo en la isla de Sado y en cerca de 30 minutos, hice una pequeña estera del florero.
La urdimbre era de color azulado y la trama era púrpura, lo que hacía una mezcla encantadora de los colores y me quedé muy satisfecha.
La instructora era experta en hilado y tejido con 40 años de experiencia y dijo que debido a la hilatura, sus dedos estaban deformados.
Según ella, el hilado se lo enseñó originalmente un misionero inglés hace mucho tiempo.
En el momento en que estaba girando la lana de color verde oscuro para una chaqueta de los hombres.
«Va a ser una chaqueta vendida por cientos de miles de yenes», dijo.
El taller se llama Ori-za, dirigido por una empresa llamada Michinoku Akane-Kai.
Tienen un programa para que la gente haga no sólo coberturas de florero, sino también bufandas.