[ Julio 2019 ] Continúo hablando sobre nuestras vacaciones de verano en Canadá.
Al día siguiente, luego de quedarnos cuatro noches en Quebec, nos fuimos a Montreal en tren.
La estación de tren en Quebec estaba unida a la estación de colectivo y el interior era elegante.
Pero el tren parecía no pasar muy a menudo.
Como llegamos temprano, fuimos a tomar un café en una cafetería que estaba en la estación de colectivo.
Y cuando volvimos vimos que las personas estaban haciendo una fila muy larga.
Nosotros ya teníamos los tickets y los asientos ya estaban reservados, así que no creí que debíamos hacer la fila, pero seguimos a los locales e hicimos fila.
Cuando subimos al tren nos dimos cuenta por que estaban haciendo fila.
El espacio para el equipaje era limitado.
Nuestros asientos miraban hacia atrás.
Nosotros tomamos muchos trenes durante nuestros viajes por muchos países pero por lo pronto, solo en Japón, se cambia la dirección de los asientos según la dirección en la que va el tren.
El viaje fue bastante largo, al rededor de 3 horas y 15 minutos, pero la vista dese la ventana no cambiaba de llanura, lo que me hizo pensar lo grande que es Canadá.
El anuncio del tren fue extremadamente amable pero mas allá de eso, fue un viaje lindo y tranquilo.
Montreal es una ciudad grande en comparación con Quebec.
El hotel esta vez fue el Intercontinental, que era otro hotel enorme, pero el interior era mas elegante y la decoración era de mejor gusto que en el resto de los hoteles en los que nos hospedamos en Canadá.
Era momento de buscar un restaurante.
Mi marido quería comer comida italiana, así que buscó en internet y decidimos ir a Ristorante Quattro, que estaba a una distancia caminable y tenía buenas reseñas.
Llamamos para reservar una mesa y la persona que nos atendió hablaba un buen italiano pero una vez allí el mozo no hablaba bien italiano.
Nos sentamos, sintiéndonos un poco aprehensivos, pensado «No será un restaurante italiano trucho, ¿no?»
El calamar grillado que pedí de entrada tenía una salsa que era medio dulce.
Venimos diciendo, desde que llegamos a Canadá, que las salsas son o suaves o muy dulces, como si fueran para niños.
Supongo que es lo que les gusta a los canadienses.
Yo elegí un plato con conejo y mi marido uno con cordero. Ambos venían en estofado y las porciones eran generosas.
Como postre pedimos un vaso de Passito di Pantelleria y Cantucci.
El Cantucci tenía pasas de uva y estaba muy bueno.
El mozo que nos atendió, al final de la comida, hablaba un mejor italiano.
Aparentemente él nació en Canadá pero sus padres llegaron de Abruzos, sur de Italia, en 1962.
Así que en Canadá los restaurantes italianos son administrados y atendidos por la segunda o tercera generación, mientras que en Londres, donde nosotros vivimos, los mozos y chefs son italianos que se fueron a vivir allí.
Supongo que hoy en día es difícil emigrar a cualquier país, incluso Canadá.
Por eso el condimento fue cambiando.
Me pregunto si la comida italiana en Londres va a cambiar luego de que el Reino Unido se vaya de la Unión Europea y el movimiento de personas sea mas restricto.