[ Feb.2019 ] El clima estuvo hermoso en nuestro tercer día de estadía en Lisboa, Portugal.
Lamentablemente no pudimos recorrer mucho por el esguince se mi marido. Decidimos tomar un Uber hasta la plaza Largo do Carmo para poder disfrutar de la atmósfera de la cuidad.
Algunas personas, incluido nuestro guía del día anterior, que solía ser un conductor de Uber, dijeron que en Lisboa Uber es barato y conveniente, pero nosotros llegamos a la conclusión que los taxis son mas útiles.
Usamos Uber 2 veces durante nuestra estadía ambas veces fue dificultoso encontrarnos con los choferes porque tenían un problema con el GPS.
Habían muchos taxis en la ciudad y la tarifa era muy similar.
Cuando llegamos a la plaza vimos que Largo do Carmo no era muy grande pero había una hermosa atmósfera calma y había mucho verde.
Aparentemente, el verde se transforma en lila, por las flores del jacarandá.
Me encantaría poder verlo alguna vez.
La razón por la que fuimos allí fue porque nos atrajo una foto de las ruinas del convento de Carmo, que se encuentra frente de la plaza.
El convento de Carmo tiene una historia que data del siglo 14 pero fue destruido durante el terremoto de 1755.
Luego de eso se realizaron algunos trabajos de restauración y el edificio fue utilizado por la policía, los militares e incluso fue un aserradero.
Hoy en día su encanto principal es el esqueleto del edificio.
Aparece en la historia reciente también.
Marcelo Caetano, quien fue el sucesor del poderoso dictador Salazar, prefirió suicidarse en ese edificio antes rendirse durante la revolución de los claveles en 1974.
Hoy en día alberga el museo arqueológico, y si entrás al museo podés ver mejor el esqueleto del edificio.
No entramos pero caminamos al rededor para poder ver la hermosa vista.
A Lisboa se la llama la ciudad de las 7 colinas, ya que el terreno posee muchas subidas y bajadas. Desde diferentes puntos se pueden apreciar vistas de la ciudad muy diferentes.
Desde donde estábamos nosotros pudimos ver la parte de atrás del famoso ascensor de Santa Justa.
Luego de disfrutar la vista, bajamos la pendiente cuidadosamente y nos dirigimos hacia la Plaza del Comercio.
En el camino nos cruzamos con un negocio especializado en sardinas en conserva.
Las sardinas son uno de los productos mas famosos de Portugal, por supuesto.
Este país es muy bueno en el armado de souvenirs, ya que utilizan sus recursos bien conocidos, como los mosaicos y el corcho.
A la entrada del negocio decía: «Industria Conserveria Portuguesa, established in 1853».
No estoy segura pero podría estar administrado por una asociación de productores de sardinas.
Era un negocio simple y tenían una gran variedad de enlatados en las estanterías. Los productos se encontraban divididos por empresa productora y algunos carteles con información describían a las diferentes empresas.
Los vendedores sabía mucho acerca de los productos y cuando estuve indecisa entre dos o mas productos, se acercaron a mi y me explicaron «En esta lata las sardinas se encuentran en salsa de tomate, mientras que en esta otra se encuentran en aceite de oliva», y así sucesivamente.
De hecho, incluso con la explicación, fue muy difícil elegir porque habían muchas opciones.
Algunas de las latas eran lindas, coloridas y con diseños muy interesantes. Como el precio era razonable, compramos algunas como souvenirs para nuestros amigos.
Por cierto, había otra cadena de negocios de pescado enlatado en la ciudad y otro en el aeropuerto, llamada Comur, con un interior muy vistoso.
Probablemente trataban de ser vanguardistas pero como trataban de mostrar demasiado que eran inusuales, no nos llamó la atención entrar.