[ Dic.2016 ] Después de visitar Raquira desde Villa de Leyva en Colombia, pasamos al convento de Santo Ecce Hommo.
Fue construido en 1620 para que los viejos sacerdotes pasarán la última parte de sus vidas.
Y luego se convirtió en un convento para la orden Dominicana.
Después de eso, durante una época se convirtió en un alojamiento militar, pero ahora es un refugio para los creyentes.
Había un precioso patio y interesantes estatuas en la pared.
Cuando yo estaba tomando fotos del exterior, un hombre oriental comenzó a hablar conmigo.
No pude entender lo que estaba diciendo, así que pensé que podría ser coreano, y su guía me tradujo sus palabras al inglés, “¿De dónde eres?” así que respondí “¡Soy japonesa!”.
Rapidamente, se conmocinó y dijo “He conocido a la primera japonesa de este viaje en Colombia” en Japonés.
La razón de porque no entendí al principio fue porque hablo en Español.
Pensando en aquello, de hecho, él fue el primero y el único japonés que conocí en estas vacaciones, también.
Tal vez porque Japón está muy lejos y también porque Colombia no se ha deshecho completamente de la imagen de que es un lugar peligroso.
Después del convento, visitamos el museo de fósiles.
En 1977, encontraron un fósil de reptil marino de 7 metros de largo y construyeron una casa alrededor de él para convertirlo en un museo.
Según nuestra guía turística, este lugar solía estar bajo el mar hace 120 millones de años.
La gran entrada estaba allí, como un fiordo por aquella época, y debido al ensanchamiento de los Andes, el mar fue empujado hacia fuera.
Por eso aunque el mar esté a unos 900 km de allí, todavía se pueden encontrar muchos fósiles marinos como la amonita.
También vimos una pared y una planta lleno de esos fósiles en el convento del Santo Ecce Hommo.
El último lugar que íbamos a visitar en ese mismo día era La ruina del Infiernito.
Pero estaba cerrado.
Era el día de Navidad.
Así que observamos las piedras que estaban puesta como de pie desde detrás de la valla.
La historia que oí sobre ello, era escandalosa.
La tribu que construyó esas piedras, dividió el año en 30 meses, y entendían cada época del año respecto a esas piedras.
Hasta ahí está bien, pero en su sociedad, el número de mujeres que podían dar a luz a sus hijos era fijo, una vez una mujer mayor, tuvo que entregar su lugar a las mujeres más jóvenes sacrificándose a sus dioses.
Increíble ¿no es así?
Después de ver estos restos arqueológicos volvimos a Villa de Leyva por la carretera no pavimentada del campo y tan pronto como llegamos, la lluvia comenzó de nuevo.