[ Septiembre.2017 ]
El último día de nuestras vacaciones en la isla de Zakynthos en Grecia, nos unimos a una excursión de mañanas a la playa del naufragio.
Tuve una fuerte impresión en esta playa cuando fuimos a verla desde el acantilado unos días antes, así que me apetecía mucho nadar en ella.
Afortunadamente, el hotel nos permitió ampliar el tiempo de vuelta desde el mediodía, hasta las 5 pm sin cargo alguno.
El barco del tour se llamaba Spartakos, y contaba con aproximadamente 50 personas a bordo.
Fue directamente a la playa del naufragio, y tardó aproximadamente una hora.
El bote estaba lleno, pero la playa, también.
Los barcos o botes turísticos llegaron uno tras otro y dejaron que la gente fuera a tierra, pero otros muchos ya estaban recogiendo gente.
Teníamos alrededor de una hora de tiempo libre, para disfrutar en la playa.
Cuando llegamos, el sol brillaba sólo en una pequeña parte de la playa, dando la sombra en el resto, hacía frío.
La parte soleada, estaba abarrotada de gente.
El color del mar bajo el sol era deslumbrante, pero era diferente del color que vimos desde la cima del acantilado, era más bien parecido al color fluorescente que vimos en Varadero en Cuba hace mucho tiempo.
Muchas personas estaban en el mar y parecían divertirse, pero cuando toqué el agua, estaba helada.
Nuestro propósito de unirnos a este tour fue nadar en este mar excepcionalmente hermoso, pero tuvimos mala suerte.
Tal vez por la tarde, cuando ya nos hubiésemos ido, más espacios estarían bajo el sol y la gente se extendería por toda la playa y el agua quizá fuese más cálida.
El barco naufragado que llegó a la costa estaba descompuesto, oxidado y cubierto de graffitis.
Después de dejar la playa, nuestro barco, El Spartakos, fue al área de la Cueva Azul la cual ya habíamos visitado unos días antes y tuvimos un rato para disfrutar del agua del mar.
Mi marido se metió, pero yo no, porque muchos de los turistas de nuestro abarrotado barco saltaron juguetonamente uno tras otro, lo que me hizo sentir nervios.
Y este barco era demasiado grande para entrar en cualquiera de las cuevas, así que pensé que nos deberíamos haber apuntado a otro tour en el cual el barco es mucho más pequeño y puedes entrar dentro de las cuevas.
Luego, volvimos a la ciudad de Zakynthos.
No volvimos al hotel de inmediato, si no que fuimos a un restaurante de mariscos que habíamos buscado en Internet.
El nombre del restaurante también era Spartakos.
Comimos unos espaguetis con langosta que estaban buenísimos y sabrosos, estaban hechos con el tipo de pasta fina que me encanta, aunque la salsa podríahaber sido un poco más jugosa.
Entonces me di cuenta de que también hay buenos restaurantes de mariscos en Zakynthos.
Tomamos una taza de café griego allí, en aquel restaurante, la primera vez en estas vacaciones.