[ Dic.2018 ] La mañana siguiente a la protesta de los chalecos amarillos estuvo muy calmo en París.
Fuimos a desayunar a otro café para volver a probar las croissants y los cappuccinos, pero tampoco fueron buenos.
No solo eso, sino que dos cappuccinos y una croissant nos costó casi €13.
Sabíamos que en los lugares turísticos nos iban a cobrar mas caro pero eso fue demasiado.
Nos dirigimos hacia la Bastilla, ya que íbamos a ver el ballet «Cenicienta» en la Ópera de la Bastilla.
Primero fuimos a ver el mercado que comenzaba en la estación y se extendía lo largo de la calle llamada Rue Richard Lenoir.
Este mercado se lleva a cabo todos los domingos y nuestro libro turístico lo recomendaba diciendo «Si querés visitar solo un mercado en París, deber venir a este».
Como no teníamos mucho tiempo, solo caminamos unas pocas cuadras, pero pudimos ver que vendían muchos frutos de mar.
El pan se veía rico también.
Luego nos encontramos con nuestra amiga que está viviendo en París y que no habíamos podido ver el día anterior. Si bien no estuvimos mucho tiempo juntos, fue muy lindo poder verla.
Como era el día después de la protesta, hablamos mayormente de política francesa, el Brexit y, también, política italiana.
No se cuando será el punto de inflexión en la historia hasta que el tiempo pase y la gente del futuro mire hacia atrás. Yo creo que el punto de inflexión es ahora.
Mientras charlábamos en el café noté que el clima había cambiado y ahora venía una tormenta.
Desde la mañana había viento fuerte y comenzó la lluvia que se volvió muy copiosa.
Habíamos reservado un restaurante cerca de allí pero nuestra amiga nos recomendó tomar el subte.
Lamentablemente nos perdimos cuando salimos del subte así que tuvimos que caminar bajo la lluvia y para el momento en que llegamos al restaurante estábamos empapados.
No tuvimos mucha suerte en País en este viaje.
El restaurante que reservamos se llamaba Chez Paul.
La razón por la cual decidimos ir allí fue porque en internet decía que era un lugar francés tradicional, pero mi primera impresión fue que se veía similar a un pub antiguo de los suburbios.
El tatuaje del mozo me llamó la atención.
Me pregunto si este era el lugar de reunión de los French Hells Angels.
Pero la comida estaba buena.
Yo elegí el plato con conejo y mi marido el pato.
Tomamos una copa de vino.
Incluyendo el postre, la cuenta no superó los €70, lo cual me pareció razonable.
Luego del almuerzo la lluvia había disminuido un poco así que caminamos hasta la Ópera de la Bastilla.
Era la primera vez que fuimos a ver algo allí.
Este lugar era un proyecto del ex-presidente Mitterrand, que fue concluido en 1989.
Es muy moderno, como el Royal Festival Hall en Londres y varias salas de concierto en Japón.
Tal vez porque era domingo a la tarde habían muchos niños pequeños, parecía un jardín de infantes.
La ubicación de nuestros asientos era muy buena pero eran asientos auxiliares.
Eran exactamente iguales a los asientos auxiliares en los buses así que los tuvimos que abrir para poder sentarnos.
Creo que es la primera vez que experimenté algo así en un teatro.
El ballet «Cenicienta» fue coreografiado por Nureyev, pero no sabía que había creado la versión moderna de la historia original.
El primer acto fue muy lindo y no me sentí incomoda pero el segundo era muy diferente de la «Cenicienta» tradicional.
Envés de la fiesta del príncipe, era una escena como de rodaje de película, en la que aparecía hasta un gorila.
Me pareció muy desordenada y no me gustó mucho.
Como algunas personas dieron un discurso muy largo antes de que comenzara la obra, la obra en si misma comenzó tarde. Así que nos empezamos a preocupar pensando que podíamos llegar a perder el vuelo. Nos fuimos sin poder ver el último acto.