[ Julio 2019 ] Luego de quedarnos tres noches en Toronto, Canadá, volamos a la ciudad de Quebec.
Habíamos comprado los pasajes hacía mucho tiempo en una agencia de Londres.
La aerolínea se llamaba Air Canada Rouge, que es parte de Air Canada.
Realizamos el check-in en una máquina del aeropuerto y nos enteramos que no teníamos designado número de asiento.
En ese momento pensé que Air Canada Rouge era la linea aérea mas barata de Canadá por lo que los asientos te los iban dando por orden de llegada al avión, como Ryanair en el pasado.
Pero en realidad nosotros y otras dos personas mas éramos los únicos que no teníamos número de asiento.
Tuvimos que esperar hasta último momento y finalmente nos dieron dos asientos detrás de la clase ejecutiva.
Le pedí una explicación a la persona que estaba en la puerta y me respondió «Sobrevendido» sin disculparse.
Nos pudimos subir a ese avión porque habíamos llegado temprano al aeropuerto pero si hubiésemos llegado mas tarde nos hubiesen hecho volar por la noche.
Fue 1 hora y media de vuelo incómoda, sentada entre dos hombres gordos.
Habíamos leído en nuestro libro turístico que la única forma de llegar a Quebec desde el aeropuerto era mediante taxi, así que nos tomamos uno.
Parece que tienen una tarifa fija de 35.10 C$ (£21.60, €23.85, $26.40).
Llegamos a nuestro hotel, Delta Hotel, que era otro hotel grande y estaba situado fuera del centro de la ciudad, lo que me decepcionó un poco, pero la habitación era grande.
Dejamos nuestras valijas y fuimos hacia la parte antigua de la ciudad buscando una oficina de información turística.
El símbolo de información en Europa es usualmente «i» pero en Canadá era «?».
Como ya saben la ciudad de Quebec es el area de habla francesa y por alguna razón me recordó a los pueblos franceses.
Finalmente encontramos el signo de interrogación y reservamos una visita guiada a pie para el día siguiente. Nos costó 26.43 C$ (£16.30, €18.00, $19.90).
El número extraño de los centavos parece que venía del 15% de impuestos.
Luego de eso buscamos un lugar para cenar liviano, pero el olor a frito que salía del restaurante nos desanimó.
Esperábamos buena comida en la parte de habla francesa de Canadá…
Mi marido buscó en internet y encontró un lugar llamado Bistro Le Sam que servía queso y vino, así que fuimos hacia allí aunque nos costó encontrarlo.
Cuando les preguntamos a unas personas locales que paseaban a su perro y hablaban frente al famoso hotel ‘Le Château Frontenac‘, nos dijeron «Nunca escuchamos ese lugar. ¿Por qué no preguntan dentro del hotel?» así que eso hicimos y nos enteramos que el restaurante estaba dentro del hotel.
Le pudimos pegar un vistazo al hermoso interior del hotel.
Es verdaderamente un hotel magnífico y no creo que sea mucho decir que es el edificio mas famoso de Canadá.
Se llama ‘Château’, pero nunca fue un castillo, siempre fue un hotel.
Según nuestro libro, es uno de los hoteles de lujo que construyó la empresa Canadian Pacific Railway. Fue terminado en 1893.
Fue nombrado luego del Conde de Frontenac, Louis de Buade quien gobernó Nueva Francia (la colonia francesa en Norteamérica) a finales del siglo 17, aparentemente.
Durante la segunda guerra mundial se llevó a cabo una reunión muy importante allí y dentro de los personajes famosos que se hospedaron podemos mencionar a Chiang Kai-shek, Princesa Grace de Monaco y Paul McCartney.
La degustación de quesos fue deliciosa.
Fueron servidas 5 variedades de queso (el mozo explicó cada una de ellas pero me las olvidé) que eran muy sabrosas.
Nos dijimos con mi marido que podíamos volver y comer lo mismo.
Para beber pedimos un coctel que se llamaba ‘Winter Spritz’ que es similar pero diferente al Spritz que siempre tomamos en Italia.
Para ser honesta, en ese momento ya estábamos artos de comida frita, que pareciera ser muy popular en el país, y no estábamos de ánimos. Pero comiendo ese queso sentimos que volvimos a la vida.
La comida es muy importante.
Dejamos el lugar felices al rededor de las 8 de la noche.
El atardecer fue hermoso así que tomamos muchas fotografías en nuestro regreso al hotel.