[ May, 2019 ] Una amiga nuestra nos llevó de paseo por Tokio para comer y beber, en un hermoso día soleado.
Primero, fuimos al edificio relativamente nuevo llamado Tokyo Midtown Hibiya, que tiene negocios, cines y oficinas.
Nuestro objetivo era Sumiyoshi Shuhan, ubicado en el primer subsuelo, cuyo negocio central se encuentra en Hakata, Kyushu.
Son un negocio de sake japonés pero lo especial de este particularmente era que tenía un lugar especial para que la gente bebiera y comiera parada.
Lo primero que nos dieron fueron Hanafuda (cartas japonesas).
Funcionan como dinero.
Cada carta tiene un valor específico.
Así es que el menú no decía precios, sino el número de una carta.
Tomamos un sake especial añejo, que solo se puede tomar allí.
Tenía buen cuerpo y la graduación alcohólica era de 19 – 20% que es mas elevado de lo común.
Luego de eso tomamos 4 clases diferentes de sake, aunque seguía siendo de mañana.
Había una cocina pequeña donde cocinaban comida muy rica.
Probablemente la gente que trabajaba en los negocios y oficinas del edificio bajaban luego de la jornada laboral a tomar sake.
Como no tienen sillas no te podés relajar y quedarte mucho tiempo pero me gustó la idea.
Me gustaría volver.
La siguiente parada fue un restaurante de sushi que se encontraba dentro del Hotel Estación, que está unido a la Estación de Tokio.
Para llegar allí caminamos por el hall redondo de la estación, lo cual fue interesante.
El nombre del restaurante era «Sushi Aoyagi«.
La atmósfera era muy gentil, lejos del ruido de los lugares de sushi ordinarios.
Pedimos una degustación de sushi y nos traían de una o dos piezas a la vez.
Usualmente pedimos degustaciones de sushi, disfrutamos de poder elegir que vamos a comer primero, pero esta vez no pudimos elegir.
Me gustan todas las clases de sushi pero cuando pido una degustación usualmente como primero el que menos me gusta. Suelo comer Toro o Uni al final porque son los que mas me gustan.
Allí sirvieron Toro primero.
Bueno, estuvo muy rico.
También recuerdo que las Akagai (almejas rojas) fueron particularmente sabrosas.
Bebimos unos vasos mas de sake y cuando terminamos el almuerzo nos empezó a dar sueño.
Así que decidimos ir al jardín exterior del Palacio Imperial y recostarnos bajo un pino.
Me dormí profundamente por un rato.
Era un día muy hermoso con una temperatura agradable.
Para la cena fuimos a su casa para beber una botella de vino.
Ella había comprado un vino Bordeaux de 2010 luego de consultarle a uno de sus amigos que es chef.
Recuerdo que aprendí que los años 2009 y 2010 fueron los años buenos para los vinos Bordeaux durante nuestra cata de vinos en Bordeaux unos años atrás.
Este era muy sabroso y con cuerpo.
Ella también había preparado un mix de salames italianos y algunas cosas que cocinó.
No hace falta que diga que la aguja de la balanza dió toda la vuelta.