[ Jun.2019 ] Pasamos nuestras vacaciones de verano en Canadá este año.
Mi marido siempre quiso visitar ese país porque su comic favorito de pequeño era de allí.
Volamos desde el caótico Heathrow con Air Canada.
El avión salió una hora mas tarde de lo programado, así que estuvimos sentados en el asiento del avión por mas de 8 horas.
Justo me crucé con «Canadá» en el libro que estaba leyendo en el avión, aunque se trataba de Auschwitz.
Aparentemente Canadá era conocida como «la tierra lejana y rica» por los prisioneros y llamaban al depósito de pertenencias judías «Canadá».
Llegamos a Toronto, «la tierra lejana y rica» y fuimos entrando al país despacio.
Tuvimos que comprar la Electric Travel Authorization (eTA) de antemano, que conseguimos muy fácilmente por internet (7 dólares canadienses ≒ £4.35, €4.70, US$5.30).
Fuimos a la oficina de información del aeropuerto para preguntar sobre como llegar al centro de la ciudad, nos mostraron dos maneras y nos imprimieron ambas opciones.
Elegimos el tren express (12.75 C$) que tardó al rededor de 25 minutos en llegar a Union Station.
El bus era mucho mas barato pero aparentemente tarda una hora.
Llegamos a la bonita estación Union Station.
Desde allí podríamos haber tomado el subte y la tercera estación hubiese sido la mas cercana a nuestro hotel, pero como teníamos que bajar escaleras y nuestras valijas eran pesadas, decidimos tomar un taxi.
El taxi, hasta nuestro hotel, llamado Chelsea Hotel, nos costó 10 C$ incluyendo la propina.
Voy a escribir sobre eso mas adelante pero no se puede omitir el sistema de propinas incómodas que tienen en Canadá.
El Chelsea Hotel era un viejo hotel gigante que me recordó a uno en Boston, Estados Unidos.
El lobby estaba lleno de gente y parecía mas un shopping que un hotel.
El tamaño de la habitación no estaba mal pero la decoración era aburrida.
Y la ventana estaba sucia.
Caminamos por el vecindario y fuimos a una cadena de restaurantes llamada Reds.
Tenían una oferta especial del 15% off para los huéspedes del Chelsea.
Tanto mi marido como yo elegimos el lomo pero sirvieron un pedazo de carne grueso sin grasa, lo que estuvo bueno.
Y probamos vino canadiense por primera vez.
No sabíamos que Canadá era un país productor de vino.
Aparentemente la latitud de Toronto es la misma de la de Florencia, Italia.
Yo pensé que Canadá quedaba muy al norte así que creían que habíamos volado hacia el norte desde Londres, pero en realidad fue lo contrario.
Así que es entendible que produzcan buenos vinos.
El que probamos se llamaba Niagara y su sabor era agradable y firme.
Por cierto, los vegetales que sirvieron con la carne eran muy sabrosos.
Entre la guarnición habían arvejas que hacía mucho no comía y me hicieron sentir nostálgica.