[Julio, 2011] Cuando veo un funicular, siempre quiero montarme en el.
Allí en Heidelberg, en Alemania, debes coger dos teleféricos diferentes para llegar a la cima de la colina llamada Konigstuhl.
El inferior es metálico y se ve muy moderno, mientras que el superior es de madera e histórico.
Ambas líneas parecen tener más de 100 años de historia.
Uno de los conductores era un señor un poco rechoncho con estilo heavy metal, con pelo largo y gafas de sol.
Me sentí un poco amenazante, pero cuando se quitó las gafas, su expresión fue muy gentil, lo que provocó sorpresa.
Recuerdo a este hombre cada vez que recuerdo este funicular.
La vista desde la cima era agradable, pero hacía frío, aunque ya era julio.