[ Julio 2019 ] Al siguiente lugar al que fuimos durante nuestra visita por Ile d’Orlean, la isla en los suburbios de Quebec, Canadá, fue una bodega.
Aprendimos que Canadá produce buenos vinos el día que llegamos al país, pero fue nuestra primera vez en probar vino helado.
El vino helado se hace con uvas que están congeladas mientras todavía están en las parras.
El agua está congelada pero los azúcares y los sólidos disueltos no lo están, así que pueden sacar un jugo mas concentrado.
Con eso pueden hacer el vino de postre dulce.
El problema es que la cantidad de jugo de uva que pueden sacar es muy pequeña así que deben cosecharlas en el momento exacto. Es muy difícil hacer la cantidad justa de vino helado y es por eso que su valor es elevado.
Era dulce pero un poco amargo también, lo cual era una buena combinación.
Como todavía teníamos mas lugares para visitar en nuestras vacaciones y no podíamos llevar botellas en el avión, no compramos nada en ese momento, pero al final de nuestras vacaciones compramos una botella en el aeropuerto y la disfrutamos en casa.
Luego del viñedo, visitamos una finca de manzanares donde había una mujer muy enérgica, un negocio de guirlache y otro de cassis.
Probamos muchos alimentos y bebidas, y compramos algunas cosas también.
Cuando nos fuimos de la isla y cruzamos el puente, vimos una catarata al lado del colectivo.
Se llama Catarata Montmorency y según Peter, nuestro guía, la caída es 1.5 veces mas grande que las cataratas del Niagara.
Habían algunas visitas que te llevaban desde Quebec a las cataratas.
Luego de llegar a la ciudad Peter nos recomendó algunos restaurantes para que probemos y el tour terminó en el centro de la ciudad.
Lamentablemente el clima no era el mejor pero el tour estuvo muy bien planeado y lo disfrutamos mucho.
Debería haberlo dicho antes pero al principio de nuestro tour Peter dijo «En Quebec el primer idioma del 95% de las personas es el francés así que traten de empezar las conversaciones con «Bonjour». Van a entender de inmediato que no son locales y van a cambiar a inglés». Nos hizo reír.
Luego del tour fuimos a uno de los restaurantes recomendados por Peter que servía una comida típica de Quebec llamada Buche Cuisine Quebecoise.
La atmósfera era muy casual.
Yo volví a pedir bisonte pero esta vez era un filete.
Mi marido pidió costillas de cerdo.
Parece ser que todas las comidas típicas son pesadas, por ahí es porque necesitan mucha energía para sobrevivir el duro invierno.
Los vegetales que acompañaban la carne estaban cocinados al dente, al igual que en el primer restaurante que fuimos en Toronto.
Sirvieron una entrada interesante, que era algo como el cerdo frito con una salsa dulce.
Eso me recordó al jumari que habíamos comido en Rumania.
Ordené chapuza de arce para el postre y lo sirvieron en una pequeña caja de cartón.
Cuando la abrí, una cosa blanca espesa estaba envuelta en una hoja de papel.
Era extremadamente dulce.