[ Feb.2017 ] El primer día en Tavira, Portugal, salimos a pasear después del anochecer.
No planeamos nada, pero fuimos al bonito bar, la Pousada, en el histórico edificio de nuestro hotel, para comer y beber algo, con que pedimos unos vasos de vino espumoso, pero el vino estaba rancio y los frutos secos que nos sirvieron no estaban demasiado buenos, así que decidimos salir del edificio del hotel.
Pero la ciudad de Tavira por la noche estaba muy tranquila y no pudimos ver ningún restaurante abierto.
Aunque bueno, el ambiente era muy agradable.
La ciudad portuaria de Tavira se desarrolló durante la época de los descubrimientos en el siglo XV como base para las expediciones del norte de África.
También exportaban pescado salado, almendras, higos y vino al norte de Europa.
De acuerdo con nuestra guía turística, en 1520 se había convertido en la ciudad más grande de la región de Algarve.
Pero después la ciudad decayó, porque el río Gilao, el cual era principal medio de transporte de mercancías en la ciudad, se sedimentó y los barcos grandes no podían entrar en el puerto.
Además de aquello, tuvieron una plaga en 1645 y un terremoto en 1755.
Volvió a ser próspera por la industria, tanto la pesquera de atún como la del enlatado, pero la ciudad decayó de nuevo sobre los años 50 y hoy en día la renta principal para la ciudad es el turismo.
Así que era un poco preocupante que no hubiese gente caminando alrededor de las 8pm, no es que fuese muy bueno para su economía…
Conocí a alguien más adelante, que me dijo que Tavira estaba clasificada como una de las mejores ciudades desconocidas de Europa para visitar, por lo que podría desarrollarse a partir de ahora.
Y quizás porque es “desconocida”, la encantadora ciudad antigua fue mantenida y mantuvo su ambiente pintoresco.
Como no veíamos a nadie por la calle, no podíamos preguntar por la recomendación de algún restaurante.
Pero hoy en día estamos en una época de facilidades.
Encontramos un agradable restaurante de tapas buscando en el móvil.
El nombre era Pausa y era bonito, aunque pequeñito.
Cuando llegamos, nos pareció que estaba lleno de turistas alemanes.
Comí un plato de pulpo con patatas dulces.
Mi hambriento marido, llegó a pedir hasta 5 platos y se quedó bien satisfecho.
Con las copas de vino, la factura fue de 31 €, lo cual me pareció muy razonable.