[ Julio 2019 ] Charlottetown, la capital de la isla Prince, Canadá, es una hermosa ciudad con muchas casas de madera coloridas.
El taxista que nos llevó del aeropuerto hasta el hotel estaba orgulloso de la limpieza de la ciudad.
Billy, el chofer, nos dijo «Visité este lugar un fin de semana y me encantó así que decidí venir a vivir aquí».
Y eso fue en 1970.
Le pregunté de donde era originario y me respondió «De un lugar que queda a una hora y media de viaje».
Fuimos al restaurante que nos recomendó llamado Water Prince Corner Shop que estaba a la vuelta de nuestro hotel.
Ciertamente parecía un lugar popular y su interior estaba lleno, así que nos sentamos en una de las mesas de afuera, tras una breve espera.
La persona del restaurante que habíamos ido en Montreal hacía una par de días nos había garantizado que los mariscos en Prince Edward eran excelentes así que nuestras expectativas eran altas.
Pero el problema era que ¡el tiempo de espera era muy largo!
Pensé que las mujeres sentadas en la mesa de al lado estaba hablando luego de la comida pero en realidad la estaban esperando. Me di cuenta de eso después de un largo rato.
Al principio el sol nos daba y estaba cálido pero luego de un rato comenzó a ponerse fresco.
Cuando comenzamos a considerar en mudarnos llegó la comida.
Yo elegí ostras fritas.
El sabor era rico pero eran medio chicas y no lo suficientemente gordas.
Vinieron muchas papas, zanahorias y ensalada como guarnición.
Mi marido pidió el roll de langosta, que estuvo muy bueno, me dijo.
Esta fue la primera vez que pidió langosta luego de haberlas comido en USA hace unos años atrás.
Pedimos una copa de vino cada uno y la cuenta fue de 80 C$ (£49, €55, $60).
Estábamos molestos por los mosquitos que aparecieron hacia el final de nuestra cena, así que nos apuramos para pagar y volver al hotel.
El mozo del restaurante nos dijo que este año habían tenido excepcionalmente muchos mosquitos.
Por cierto, mientras esperábamos la comida vimos dos parejas jóvenes estacionando sus autos y no saliendo de ellos.
Sospeché de ellos pensando que en esta clase de lugares mas tranquilos no hay mucho entretenimiento, así que muchos de los crímenes se relacionan con drogas.
Pero en realidad estaban esperando el take away del mismo restaurante al que fuimos nosotros.
Bueno, Charlottetown parecía una ciudad muy relajada.