[ Sept.2019 ] En Lindos, la ciudad antigua de Rodas, Grecia, pudimos ver la magnífica vista del mar desde la sima de la colina donde se encontraba la Acrópolis.
De un lado había una linda playa con muchas sombrillas y de otro había algo que parecía una pileta natural que era muy interesante.
Probablemente la temperatura del agua de la pileta era mas cálida y linda para tomarse un baño.
Solo tuvimos dos horas en Lindos, lo que fue una lástima.
El color del mar era maravilloso.
No sabíamos en cual pero en alguna de las bahías el apóstol Paul había amarrado aparentemente en el año 57 dC.
Lindos. Según la mitología, el nieto del dios del sol, Helios, colonizó Lindos.
De hecho Helios era tan fanático de la belleza natural de Rodas que le pidió a Zeus ser el protector de las islas.
Es por eso que Rodas siempre es lindo y soleado.
Científicamente se sabe que la gente vive en Lindos desde el neolítico.
Los dorios llegaron entre los siglos 12 y 11 aC y se establecieron.
Entre los siglos 8 y 6 aC, Lindos era un importante centro de comercio de la región.
En el siglo 5 aC Lindos comenzó a declinar pero siempre fue considerado como un lugar sagrado.
En la época medieval cuando los Caballeros de St. John gobernaban la isla, 12 caballeros vivían en la Acrópolis de Lindos y durante el gobierno turco, la Acrópolis fue utilizada como fortaleza.
Lo que vimos fue el resultado de restauraciones y los pilares se veían bastante nuevos.
La vista de los pilares altos en la colina era muy pintoresca.
Luego de eso decidimos bajar pero al parecer hay un teatro antiguo en la parte oeste de la Acrópolis que vale la pena visitar.
La bajada la realizamos en burros.
Fue una experiencia interesante que definitivamente destacó en nuestro viaje.
Eran burros de verdad, no como los de Santorini que eran mulas grandes.
En Santorini una vez que subimos a las mulas nos dejaron solos así que hacían lo que querían, aquí ibamos todos juntos.
El paseo costó €7 por persona, que fue muy razonable.
Aunque había una persona que manejaba al grupo de burros, el mio caminaba muy cerca de las paredes y casi me golpeo la pierna.
Los burros viven al rededor de 40 años.
Los nuestros tenían 7 años.
Manejar los burros era su trabajo de verano y en invierno era carpintero.
Se lamentaba: «Muchos de los turistas que vienen son pobres».
Llegamos canos y salvos y cuando me bajé del caballo mis piernas estaban temblorosas.
Compramos una remera con la cara de un burro y nos fuimos del lugar.