[Marzo de 2010] Por la mañana del segundo día en Trinidad, Cuba, se concertó un encuentro con una persona de una agencia de viajes.
Como prometido, nos encontramos con un hombre llamado Carlos en el hotel a las 9:30 de la mañana.
Era una persona alegre y de buen corazón, parecía ser un local.
La combinación del nombre y el apellido de mi esposo le sonaba bien, y era gracioso que pasó el día llamándolo con su apellido.
Cuando obtienes informaciones directamente de los lugareños, las cosas van más rápido y puedes hacer muchas màs cosas.
Aprendimos pequeñas cosas, como dónde comprar crema solar y dónde podemos aprender salsa, etc.
También reservamos el tour del día siguiente a través de él.
Después del encuentro esa mañana en el hotel, me sorprendió ver el cielo muy nublado al salir.
La adormecida ciudad de Trinidad que conocimos el día anterior parecía haberse despertado esta mañana, y estaba llena de gente.
También aprendimos cómo llegar a la playa cerca de aquí de Carlos, así que nos cambiamos de ropa y abordamos el autobús de enlace a la playa a las 11:00.
El autobús estaba muy lleno.
La playa estaba más lejos de lo que esperaba, creo que tardamos alrededor de 30 minutos desde la ciudad.
Así, por primera vez en mi vida, me enfrenté al Mar Caribe.
Esta era Playa Ancón, la mejor playa del sur de Cuba.
El ciel seguía nublado cuando llegamos, así que no fue una gran sorpresa al principio, pero cuando el sol comenzó a brillar el mar se volvió increíble.
El color turquesa era increible.
Bueno, mi esposo me dijo que Cerdeña en Italia era tan buena como esta (yo no había estado en Cerdeña en este momento).
Cuando llegué al mar, el agua no estaba nada fría, así que pudimos disfrutar bañándonos un rato.
Unos pájaros bastante grandes estaban posados en un lugar como los restos de un muelle, y eso estaba dando la atmósfera salvaje y virgen.
También fue agradable que las personas fueran escasas y no estaban abarrotadas, a pesar de que es un lugar maravilloso.
El autobús estaba lleno y piensaba que la playa iba a estarlo también.
Al contrario, la playa estaba desierta, como era muy espaciosa (se extendía por unos 4 kilómetros).
Almorzamos en un café delante del mar en la playa.
Allí había un lagarto de hermosos colores.
La langosta que comí aquí tenía un sabor muy firme, y estaba deliciosa.
Una pareja italiana vino a la mesa de al lado y charlamos bastante tiempo.
Era una pareja de Toscana, que llevaban ya tres semanas en Cuba, eran mayores y estaban muy bronceados.
Hablamos profundamente de temas bastante serios como la comparación de condiciones laborales, opiniones religiosas, etc., pero ni siquiera preguntamos sus nombres.
Dijeron que su sueño era ir a Australia después de la jubilación en 2017.
Me pregunto si su sueño se ha hecho realidad.