[ Dic.2018 ] Luego de visitar el castillo San Giorgio en Mantua, el patrimonio de la humanidad al norte de Italia, nos dirigimos hacia el restaurante que habíamos reservado.
En el camino hacia allí nos cruzamos con la catedral, así que entramos.
De acuerdo con nuestro libro turístico, había habido una catedral en este lugar desde el siglo 11 pero fue reconstruida múltiples veces. El diseño de la catedral actual fue creado en el siglo 16.
El frente, realizado en mármol de carrara, fue construido entre 1756 y 1761.
Los laterales del edificios estaban hechos de ladrillos.
Los frescos dentro de la catedral fueron pintados entre fines del siglo 16 y principios del 17.
Es una gran catedral pero, para ser honesta, no la sentí cálida. Aunque las capillas a los lados eran encantadoras.
No teníamos mucho tiempo así que salimos luego de una breve visita y comenzamos a buscar el restaurante llamado Osteria dell’Oca.
Actualmente, utilizamos el GPS de nuestros celulares para ir a todos lados, por lo que no chequeamos la dirección del restaurante con anticipación, gran error.
Mi marido cometió un error y escribió una dirección incorrecta, lo que llevó a que camináramos por todo el viejo pueblo de Mantua.
Gracias a eso también pudimos ver algunas zonas tranquilas del pueblo.
Afortunadamente, el restaurante era muy simple y no les importó que llegáramos tarde.
Cuando abrimos la puerta del restaurante nos encontramos con el salón comedor, no había hall de entrada.
El menú era un pedazo de papel y tanto las entradas como los platos principales y los postres estaban dispuestos en forma aleatoria.
Compartimos una gran variedad de entradas que incluían jamón, polenta, escabeche y manteca de cerdo.
La manteca de cerdo se usa para untar sobre el pan o comer con la polenta.
Era sabroso aunque muy pesado para nosotros. No creo que sea muy saludable tampoco.
Para el plato principal pedí cordero y mi marido cotechino.
El cotechino es una gran salchicha, mi marido me dijo que estaba muy sabrosa y no caía tan pesada como la que venden en los supermercados.
Para el vino decidimos basarnos en el varietal mas que en la marca. Fue servido en una jarra.
Lo tomamos en vasos de agua y no en copas.
El café fue servido en un contenedor de cobre.
Comimos postre también y nos ofrecieron, de forma gratuita, un digestivo (tipo grappa). La cuenta fue al rededor de €60, lo cual fue muy razonable.