[Sept. 2020] Es el último día de nuestra permanencia de dos semanas en Alghero, la ciudad al noroeste de Cerdeña, Italia.
Esa mañana, mi esposo fue a la oficina de correos local por negocios, y descubrió que habría podido reservar una cita online para hacer rapido el procedimiento.
Sólo las personas que no tenían reserva estaban haciendo cola en fila.
Aún siendo una pequeña ciudad local, era muy avanzada.
Otra cosa que aprendimos de los paseos matutinos de mi esposo, era que el restaurante en el mercado familiar estaba cerrado los lunes.
Fue una pena, porque justo estábamos pensando volver ese día, por aprovecharlo por última vez.
Entonces, en lugar de mariscos en el mercado para el almuerzo, compramos algunas cosas en una panadería de nuestro barrio que visitamos muchas veces, y decidimos reservar un restaurante llamado Aragón para la hora de la cena.
No habíamos estado nunca en este restaurante, lo elegimos porque las reseñas online eran muy buenas.
Cuando acabamos nuestros trabajos, nos dirigimos al casco antiguo, saliendo un poco antes de la reserva.
Me conmovió profundamente ver esta hermosa puesta de sol, pensando que era la última.
Compramos unos souvenirs y decidí comprar también un colgante de coral para mi.
La tienda de coral era la misma a la que fuimos hace dos años, y el mismo hombre, un mal vendedor pero buen artesano, seguía sirviendo a los clientes.
Aún así, había bastante gente que entraba en la tienda, por lo que pensamos que ese hombre debía ser popular en la zona.
Llegamos al restaurante a las 7:30 pm.
Las mesas del restaurante Aragon estaban esparcidas por la acera.
La actitud de las camareras y su jefe era bastante vulgar, por lo que mi primera impresión no fue tan buena, pero mi opinión cambió después.
Cuando el restaurante se llenó de gente, trabajaron duro mostrando su profesionalidad, y además la comida estuvo muy buena.
Para empezar, compartimos un menú llamado Misto Mare.
Se sirvieron unos 6 cuencos pequeños, cada uno con diferentes platos elaborados de pescado, como calamares y pulpo.
Mi principal fue Tonno en Crosta.
Este era atún frito con una masa hecha de Carasau, y aunque el exterior estaba bien cocido, el interior estaba casi crudo como el tataki.
Eran bastante espesos.
Los comí con salsa bearnesa y estaban absolutamente deliciosos.
Mi esposo eligió Popo Arrosto, un pulpo asado, que estaba dispuesto como un cuadro de Miró.
Se sirvieron juntas varias salsas.
De postre, compartimos Sfogliatina alle Mele.
Era un dulce, tipo pastel con manzanas, que estaba delicioso.
El vino del día fue el vino espumoso de Velmentino.
Anteriormente, mencioné que la mayoría de los vinos tintos de Cerdeña son Cannonau, pero los vinos blancos son exclusivamente Vermentino.
No sé si Vermentino tiene alguna propiedad de longevidad, como se dice del Cannnonau.
El precio de la cena fue de 94,50 €, una de las más caras durante estas vacaciones, pero me quedé muy satisfecha.
Después de la comida, dimos un paseo por el casco antiguo para despedirnos.
Decidimos concluir el día en la vinoteca L’Altra Vineria, a la cuál fuimos el primer día.
El primer día pude sentir el bullicio del verano, pero ese día era mucho más tranquilo, y eso marcaba el final de la temporada.
En el momento del pago, el dueño de la tienda dijo: «Por favor, hazte residente de Alghero la próxima vez que venga!».
