[ Ene.2017 ] En el segundo día de nuestra estancia en Cartagena, Colombia, salimos a caminar por la ciudad de noche.
Queríamos ver a la gente bailando salsa, en particular en la plaza que nuestro guía nos enseñó durante el día, pero cuando fuimos allí la gente solo estaba comiendo y bebiendo, y nadie estaba bailando, quizás porque llegamos demasiado temprano o porque estaba comenzando el Año Nuevo.
Fue una lástima.
Pero las luces de Navidad eran muy bonitas y hice muchas fotos.
Entonces me me dí cuenta que había un cartel de manicura.
La manicura que me había hecho antes de las vacaciones se me había comenzado a pelar, así que decidí hacerme las uñas allí.
La tienda no estaba en la calle principal y tuvimos que ir por un estrecho callejón, que parecía un poco extraño.
Entonces un hombre salió de la nada, así que sólo pregunte «manicura?», y él nos llevó aún más abajo del callejón, a una tienda.
Era una tienda normal que también era peluquería.
El proceso de manicura era casi el mismo que todos los otros lugares que he estado, pero una cosa diferente era que tenían todo en una caja y parecía bastante desordenado.
Cada vez que ella necesitaba algo, tenía que buscarlo en la caja antes de continuar con el trabajo.
Sólo con que ella hubiese arreglado bien las cosas en una estantería, habría dado una impresión mucho mejor.
Viendo eso, por un momento empecé a preocuparme un poco por la higiene, pero al final no hubo problemas.
Y el color estaba bien.
La tarifa del servicio fueron unos 20000 COP (alrededor de 5,60 libras o 6,60 euros).
Después de esto, estábamos hambrientos y fuimos a un decorativo restaurante.
No sabíamos que era un restaurante de carne Argentina, hasta que no estábamos sentados en la mesa.
No se si la carne vino desde Argentina, pero estaba muy buena, y el vino estaba estupendo , también.
Nos quedamos muy satisfechos y volvimos caminando de regreso al hotel.
Era una ciudad con un ambiente vacacional y se podía caminar en la oscuridad sin ponerse nervioso en absoluto, no como Medellín.