[ Julio 2019 ] Luego de estar en Montreal, Canadá, por tres noches, decidimos ir hacia la isla Prince Edward.
Almorzamos en el aeropuerto de Montreal que para ser un aeropuerto tenía algunos restaurantes buenos.
Nos dos pedimos una ensalada de bison ligeramente cocido en el primer restaurante. El servicio fue lento pero la comida estuvo buena.
Para ese entonces ya conocíamos la carne de bison.
Mi marido lo buscó y encontró que criar bisones se volvió popular en Canadá en los 90.
Al parecer esa carne no tiene mucho colesterol.
Deseo que la carne de bison se haga popular en todo el mundo.
Luego de la comida todavía teníamos algo de tiempo así que fuimos a otro restaurante para comer el postre.
Las papas fritas caseras se veían tan ricas que comimos eso de postre y lo acompañamos de una copa de vino blanco.
La comida en ambos lugares fue muy sabrosa y terminamos muy satisfechos.
Esta vez el vuelo duraba una hora y media.
Y para mi sorpresa entre Montreal y la isla Prince Edward había una hora de diferencia.
Canadá es ciertamente uno de los países mas grandes del mundo.
Tomamos un taxi desde el aeropuerto hasta nuestro hotel llamado Great George Hotel en el centro de Charlottetown, la capital de Prince Edward.
El hotel tenía mucho estilo.
Tenían algunas propiedades al rededor de la ciudad y cada casa parecía tener entre 3 y 4 habitaciones.
El hotel en el que nos hospedamos en Marbella, España, era muy similar a este.
Según nuestro libro el hotel tiene categoría de hotel boutique y aparentemente cada habitación es diferente, algunas son lujosas, otras históricas y otras contemporáneas.
Nuestra habitación estaba dentro de la casa azul que se encontraba en diagonal al edificio principal.
Es una de las casas de madera de la ciudad.
La habitación estaba dividida en habitación y living room, e incluso había un lavarropa.
Podríamos haber vivido allí por un tiempo pero solo nos quedamos dos noches.
La atmósfera era tan linda que nos dijimos a nosotros mismos «Deberíamos haber realizado el itinerario para poder quedarnos mas días aquí».
Sirvieron el desayuno sin costo, lo que es raro en Canadá y el lugar donde lo servían era en el lobby de la casa.
Habían sillas cómodas y nos sentamos en ellas para el desayuno, lo que fue lindo e interesante.
El contenido del desayuno nos recordó «Tantos países, tantas costumbres».
No habían croissants, jamón o queso, que son familiares para nosotros, en cambio, habían muchos muffins y bagels.
Por supuesto no tenían cappuccino y el café era el común de filtro.
