[ Feb.2019 ] Estábamos planeando tener nuestra última cena en Lisboa, Portugal, en el restaurante de frutos de mar llamado Marisqueira do Lis, que había sido recomendado por el guía que habíamos tenido para nuestra visita privada a Sintra.
Pero cuando llegamos, encontramos que estaba cerrado.
Aparentemente cierra los martes y era un martes.
No teníamos otra alternativa así que nos quedamos parados allí buscando en internet otro restaurante por ese área.
Luego un vagabundo se nos acercó y muy agresiva y persistentemente comenzó a demandarnos que le diéramos plata.
Parecía ebrio.
Nos sentimos amenazados así que nos movimos rápido y paramos un taxi que justo pasaba por allí. Así que nos escapamos sanos y salvos.
El nombre de la calle era Avenida Almirante Reis y nuestro hotel se encontraba sobre ella.
De acuerdo al guía, es una zona donde muchos inmigrantes chinos e indios vivían hasta hace unos 6 años atrás, y era la zona mas peligros, no solo de Lisboa, sino también de Portugal.
Cuando llegamos al hotel el primer día, noté que se encontraba bastante lejos del centro y en una atmósfera desmejorada pero como no nos pasó nada malo, bajamos la guardia.
El guía dijo «esta zona cambió drásticamente con los nuevos hoteles que se construyeron» pero aparentemente todavía quedan rastros del pasado.
Así que nos subimos al taxi y le pedimos al taxista que nos recomiende algún buen lugar con frutos de mar.
Nos llevó a un lugar llamado Marisqueira Sereia do Mar que quedaba por la misma calle, diciendo «renovaron el restaurante recientemente».
Era un lugar muy local y un hombre, que no hablaba inglés, estaba atendiendo el lugar solo.
Era un lugar donde la gente local entraba y se pedía una cerveza.
Nos pedimos un cangrejo entero.
Estaba hervido y no tenía ninguna salsa así que disfrutamos de su sabor.
Nos sirvieron varios elementos para romper la caparazón, incluido un martillo.
La tomalley estaba cocinada sin ningún agregado de ingredientes.
Era muy llenador.
Las entradas eran jamón y queso, que nos sirvieron sin que los pidamos, lo cual ocurre seguido en Portugal.
Nos pedimos una botella de vino blanco de Alentejo, que estaba muy bueno.
No preparan postres en este lugar, así que nos dieron unos dulces que ya estaban hechos y la cuenta fue menos de €80.
Desde el restaurante a nuestro hotel había una distancia muy pequeña así que caminamos.
El nombre del hotel en el que nos quedamos esta vez era Travel Park, que suena barato y era de tres estrellas.
Lo habíamos reservado a través de la página web de una aerolínea.
No estaba para nada mal, ya que la habitación era lo suficientemente grande como para bailar, si hubiésemos querido, y tenía un balcón amplio.
El desayuno estuvo bueno.
El hombre de la recepción parecía somnoliento al principio pero era un buen hombre y las personas que sirvieron el desayuno eran amigables.
El único problema era que al apuntar a una avenida era algo ruidoso.