[ Dic.2016 ] Hicimos una excursión a Ráquira desde Villa De Leyva, el bonito pueblo colombiano.
Raquira estaba incluido en nuestro itinerario pero por un fallo de la agencia casi se lo saltaron.
Menos mal que nos dimos cuenta y nos quejamos a tiempo y pudimos hacer la visita, porque fue uno de los lugares más impresionantes que visitamos en nuestras vacaciones colombianas.
El pueblo era muy colorido.
Esos colores tan intensos casi me lastiman los ojos bajo la fuerte luz del sol.
Según nuestra guía, Andie, históricamente no había pueblo allí.
Durante la época colonial, en algún momento, los españoles estaban luchando para decidir dónde debían instaurar la ciudad capital.
Al final la gente que quería que Bogotá fuera La Capital ganó, y la oposición, que pensaba que Villa de Leyva debía ser la capitales tuvo que huir de Villa de Leyva.
Estas personas comenzaron a vivir en Raquira y aquel fue el comienzo del pueblo.
Después de la independencia de Colombia y de que los españoles se fueran de allí, muchos nativos vinieron y comenzaron a vivir en este pueblo.
Todavía viven allí y vimos muchas mujeres indígenas vestidas con sombreros y faldas plisadas.
Después de visitar la iglesia, que era como un juguete, fuimos a ver el mercado de verduras, el principal lugar de reunión para las personas de allí.
Vi algunas verduras que no me eran familiares.
También vimos una íbera encadenada como si fuese un perro.
En la carnicería vendían la carne de manera muy curiosa.
Después fijarnos en detalles cotidianos, fuimos a la calle principal del pueblo donde había muchas tiendas de souvenirs.
Raquira es bien conocido como un pueblo de artesanía.
Nuestra guía turística, decía que este lugar era famoso por su cerámica, pero la única cerámica que pudimos ver fue la de las huchas.
Andie nos contó que muchos pueblos indígenas venden sus obras tradicionales, a las tiendas de allí.
Ella dijo “Viven de eso, ellos cultivan verduras para ellos mismos y también las intercambian por otras cosas que les pueden ser utiles, por lo que no necesitan tener ningún otro trabajo. Es por lo que a menudo suelen ir a beber cerveza desde el mediodía”.
Las hamacas de colores eran perceptibles entre los souvenirs, así que pregunte si la gente colombiana las usaba a menudo.
Ella dijo que si, “No las uso en mi casa de Bogotá, pero en nuestra casa de campo muchas veces me duermo en ella”.
Así pues, me enteré de que la hamaca era popular en este país, así como que la familia de Andie tiene una segunda vivienda.
Dijo que su familia era de clase media, pero su estilo de vida parecía bastante rico.
Hicimos unas cuantas compras por allí, porque encontramos muchos recuerdos con precios razonables. En realidad me sentí entusiasmada y también compre unos ponchos.