[ Mayo, 2018 ] Fuimos a Belgrado, la capital de Serbia.
Yo era la primera vez que iba, pero mi esposo ya había estado en 1980, cuando era Yugoslavia.
Volamos de Londres a Belgrado a través de Munich en Alemania.
Era el vuelo de Lufthansa y, para mi sorpresa, nos sirvieron sándwiches y bebidas, aunque íbamos con la mentalidad de que se trataba de un vuelo corto dentro de europa.
Creía que todas las compañías aéreas habían abolido la oferta de alimentos en Europa para la clase económica.
Después de ver el aeropuerto de Munich, que era enorme, de alguna manera simbolizaba la propia Alemania, el aeropuerto de Belgrado era muy simple.
Me pareció muy divertido lo que había en la cinta transportadora, las maletas entraban por el maletero de un FIAT500.
En nuestra guía turística, ponía que en la terminal de llegadas podías encontrar varios stands en los se podía concretar un taxi para que te llevase a la ciudad.
En cambio, lo único que vimos fue el mostrador de aspecto sospechoso con el letrero TAXI amarillo.
Así que fuimos allí y preguntamos por un taxi y nos dieron un ticket en el que ponía que un taxi nos llevaría al centro por 1800 RSD (£ 13, € 15, $ 18).
El personal era agradable y amable, para nada sospechoso.
En el camino desde el aeropuerto, vimos árboles y plantas que crecían densamente casi como una jungla, por lo que la vista era muy verde.
Vi un autobús con la imagen de banderas japonesas y serbias y decía «Donado por japoneses».
Me pregunto si la relación de estos dos países es buena.
Entramos a la ciudad y el taxi se detuvo al final de una calle peatonal.
No.30 de esta calle es nuestro hotel, llamado Dominic.
Tocamos el timbre y cuando se abrió la puerta, me sorprendió.
El vestíbulo parecía tan tosco que no estaba segura de si era el lugar correcto.
Subimos al tercer piso a través un ascensor muy antiguo y pasamos por otra puerta, que al atravesarla, finalmente pudimos respirar.
Se trataba de un edificio popular, no bien mantenido, transformado en hotel.
La habitación en sí era agradable y limpia, sin problemas.
Lo único que me resultó extraño fue que la pared y la puerta entre el dormitorio y el baño estaban hechas de vidrio.
Y la recepcionista llamada Dragona hablaba muy bien inglés y fue muy útil.
Los otros recepcionistas nos trataron bien, sin más, pero Dragona fue la mejor.
La ubicación era perfecta, justo en el centro del casco antiguo.