[Agosto de 2020] En el vuelo de Roma a Alghero en Cerdeña había mucha gente, pero Alitalia tenía una regla para dejar libres los asientos del medio, por lo que no tuvimos que estar demasiado cerca de extraños.
Así llegamos a Alghero, sanos y salvos.
La brillante luz del sol caía sobre nosotros.
En el aeropuerto, estuvimos esperando un rato a que llegara el equipaje, pero la cinta transportadora se detuvo antes de que saliera el nuestro
Ya la mayoría de la gente ya se había ido.
«No me sorprende, ya que lo enviamos anoche» dije.
Volamos de Londres a Roma el día anterior, pasamos una noche allí y nos trasladamos a Alghero por la mañana, así que nuestro equipaje iba a llegar por separado.
Debía haber habido un error en algún momento.
Mi esposo fue a preguntar a algunos trabajadores del aeropuerto, y por fin un funcionario de aduanas nos explicó: «No ha terminado! Todavía esperamos un equipaje de fuera del Acuerdo de Schengen».
Como el dijo, la cinta transportadora se reinició y salió nuestro equipaje.
Debido a que el Reino Unido está fuera de Schengen, pensamos que ellos también querían registrar nuestro equipaje, pero él solo dijo «¿Del Reino Unido? Está bien».
Estaban revisando otro equipaje, no supimos de dónde venía.
Desde el aeropuerto cogimos el autobús de las 11 de la mañana hasta el centro del pueblo (1,30 €).
Para proteger al conductor del autobús del virus, se cerró la puerta principal, y había una barra para que nadie pudiera pararse a su lado.
Para este viaje, habíamos reservado una habitación en Airbnb por primera vez.
Podíamos entrar en la casa a las 4 pm, pero le habíamos informado al propietario que íbamos a llegar temprano y le habíamos pedido que nos avisara en cuanto la habitación estuviera lista.
Pero, por supuesto, era demasiado pronto.
Así que fuimos al centro directamente.
Como ya estuvimos en Alghero hace solo dos años, conocíamos la zona central y nos acordamos en qué dirección caminar después de bajarnos del autobús.
Fuimos a la oficina de información turística para preguntar dónde podíamos dejar nuestro gran equipaje.
En la oficina podía entrar sólo un número limitando de personas, así que tuvimos que esperar mucho tiempo afuera, bajo el sol ardiente.
Pero, una vez dentro, obtuvimos toda la información que necesitábamos de manera eficiente, y pudimos dejar nuestro equipaje sin ningún problema.
Por cierto, el lugar donde guardamos nuestro equipaje no era la oficina de turismo, sino una agencia inmobiliaria.
Caminamos más ágiles que antes por el casco antiguo, y nos sentimos nostálgicos.
La mayoría de las personas que caminaban no llevaban máscaras faciales, pero muchas de ellas tenían una en los brazos.
¿Es para demostrar que tienen uno, o para no olvidar usar uno cuando sea necesario?
Ahora se acercaba la hora del almuerzo, y buscamos nuestro restaurante favorito al que fuimos hace dos años, llamado Torattoria da Mirko.
Recordamos que era un lugar muy pequeño, pero ahora tenían un espacio separado en la calle, donde habían tres mesas adicionales para dos.
Para las medidas Corona, entre las mesas había gruesas láminas de plástico como tabique.
En lugar del camarero con el que habíamos hablado la última vez, había una camarera que parecía malhumorada, lo cual fue un poco decepcionante, pero la comida era excelente como siempre.
Mi marido pidió Spaghetti Vongole e Bottarga.
La pasta era espesa, hecha a mano.
Creía haber pedido calamares y pulpo a la plancha, pero el plato que me sirvieron solo tenía pulpo, acompañado de una salsa deliciosa.
Estaba claro que se había equivocado, pero el plato era tan bueno que no pude quejarme.
Más tarde, mirando la factura, descubrí que este plato se llamaba Polpo en Agliata Algherese (pulpo en salsa de ajo de Alghero).
Pasando tiempo aquí, nos dimos cuenta de que esta camarera no estaba malhumorada, sino que solo era tímida, por lo que nuestra impresión mejoró.
En cuanto al postre, comí un pastel horneado local con crema de leche, y mi esposo tuvo Affogato.
Incluyendo una botella de vino blanco y café, la factura fue de 62,50 €, muy razonable.
Después de pasar meses en casa en Londres, este fue el primer italiano auténtico y estuvo muy bien, lo que nos hizo muy felices.