[Nov. 2021] Ninguno de los los hoteles que reservamos para nuestro viaje en Andalucía tenía desayuno incluído.
Fuimos nosotros a elegir esta opción, porque solemos quedarnos satisfechos con croissants y capuchino
Para nuestro primer desayuno en Carmona, el pequeño pueblo de Andalucía, fuimos a un café frente a la Plaza de San Fernando.
El bar de al lado era más popular, pero no parecían tener el desayuno que queríamos, así que fuimos a un café tranquilo llamado Mascarpone.
Es una cafetería que vende pan y pasteles, y también había croissants, así que nos sentimos aliviados.
Cuando pedimos croissants, el camarero nos preguntó «¿Mermelada? ○○? □□?».
Así que le respondí «Crema», pero parecía preocupado.
Revisé el diccionario de mi teléfono móvil para ver si la crema se llamaba así en español, y me pareció de haberlo dicho correctamente.
Mirando los croissants servidos, el misterio se resolvió.
El croissant estaba abierto y tostado (siento de no tener ninguna foto).
Venía con mermelada de fresa y albaricoque en una cajita preparada.
Ya veo, estaba preguntando si queríamos mermelada y mantequilla, y estaba en problemas porque no tenía elección de crema.
Solo imaginábamos croissants con chocolate, mermelada, crema, etc. dentro, como suele haber en Italia o en Inglaterra.
Esta pequeña historia me hizo piensar: ‘tantos países, tantas costumbres’.
El dueño de esta tienda se mostró entusiasmado y nos pidió que escribiéramos buenos comentarios a Google con su pobre inglés y sus gestos.
Su actitud trabajadora fue agradable, por lo que mi esposo le dejó una reseña en Google.
Sin embargo, a la mañana siguiente, esta tienda, que debería abrir a las 8 en punto según la información de Internet, cerró después de las 8 en punto.
Como ya experimentamos varias veces, en España no se puede contar con la información sobre los horarios que se encuentra en Internet.
Cuando miramos hacia el bar en la esquina de la misma plaza, el dueño nos hizo señas de que estaba abierto, así que entramos allí.
No dijimos nada, pero sirvieron un pan redondo cortado por la mitad y tostado, y lo comimos con mermelada preparada.
Con café y zumo de naranja el desayuno cuesta un poco más de 10 euros para dos personas.
Este lugar parecía un lugar frecuentado por mujeres de mediana edad y mayores.
Pensaba que la gente en España desayunara churros con chocolate caliente espeso, pero en este pueblo no se veía.
El último día, después de este desayuno, salimos temprano y tomamos un autobús desde la ciudad nueva.
El casco antiguo de Carmona estaba realmente tranquilo, pero cuando salimos por la Puerta de Sevilla, la ciudad estaba viva.
Además de bancos y tiendas, también había un teatro.
Sin embargo, los edificios en sí eran casi los mismos que en el casco antiguo, con pequeñas casas de paredes blancas y barras de azulejos alineadas.
Nos subimos al autobús para Córdoba, que llegó con 20 minutos de retraso, desde un lugar en la esquina del parque donde el sótano era un estacionamiento en el centro del pueblo.
