[ Agosto.2017 ] Después de hacer una buena comida en Moscú, Rusia, cogimos el metro y fuimos a la calle Arbat.
Hacía frío y todavía llovía.
Alguien me dijo más tarde, cuando ya volvimos de allí, que en Rusia, este año han llovido más de lo normal.
La calle Arbat tiene una larga historia desde el siglo XV, convirtiendose en una calle peatonal en la década de 1980.
Tengo un recuerdo muy claro de esta calle.
Cuando estaba caminando y comiendo un pincho de Shashlik (Kebab) por esta misma calle por mi cuenta, hacia el final de la era soviética, un hombre borracho comenzó a hablar conmigo y de alguna manera terminé sentada parque me pintara un retrato.
En esa época, en esta calle había puestos de comida, artistas callejeros, y pintores de retratos alternativos.
Creo que aquel pintor nunca dibujó un rostro oriental.
Le costó dibujarme como tres veces más que otros pintores y el resultado fue como una actriz pasada de moda, de Hong Kong, no como yo en absoluto.
Quería quedarme con el dibujo para enseñárselo a mis amigos, y así reírnos un rato, pero el borracho lo pagó y hizo una foto.
Este borracho incluso me dijo «Lyublyu tebya (te amo)», pero logré alejarlo de mi amablemente y volví al hotel.
En aquellos tiempos, la gente en la Unión Soviética era amable y se podía caminar por cualquier lugar en paz.
Cuando le pregunté el camino a un hombre en una estación de metro, él me llevó todo el camino hasta el lugar donde podía ver el hotel.
Aunque también pienso que fueron amables porque yo era una mujer joven.
La calle Arbat esta vez estaba bastante vacía sin artistas, sin puestos de comida y sin pintores, tal vez debido a la lluvia fría.
Había muchas grandes tiendas de souvenirs a lo largo de la calle y llegamos a algunas de ellas, pero todas las tiendas vendían el mismo tipo de cosas y no eran interesantes.
Estaba un poco decepcionado realmente.
Así que volvimos al centro, cerca de la Plaza Roja y fuimos al centro comercial subterráneo, Okhotny Ryad.
Descubrimos que se trataba de un centro comercial muy común con una cúpula que me recordó a el centro comercial de Kiev.
En Moscú hay muchas cadenas de tiendas occidentales, como McDonald, Starbucks e incluso Paul, la panadería francesa, pero no esperaba ver la tienda Uniqlo.
Uniqlo aún no se ha expandido en Italia.
Además, había alguna máquina expendedora de DyDo en el camino subterráneo.
En las que ponía «Somos de Japón».
Estaba un poco sedienta, así que compré una botella de «Iyokan Lemon» que cuesta 100 rublos (£ 1,30, € 1,40, $ 1,70), un poco cara.
Había muchos carteles de «AGOTADO», por lo que probablemente no los reponen con mucha frecuencia.
Para entonces estábamos bastante cansados, así que decidimos regresar al barco.
Subimos a la estación de metro de Rechnoy Vokzal sin problemas, pero una vez llegamos allí, encontramos los problemas.
Porque el mapa que dieron en el bote era tan incompleto que nos perdimos en la oscuridad.
Tuvimos que pasar por un parque y en el cual no pasaba nadie.
Preguntamos en algunos quioscos y paramos a algunos transeúntes y al final logramos llegar a nuestro bote.
Debido a este pequeño incidente, descubrimos que mucha gente común en Moscú habla inglés.
Bueno, ese fue el final de nuestras vacaciones en el crucero por Rusia.
Estas vacaciones me hicieron sentir como si hubiese visitado gran parte de Rusia.
Especialmente me gustaría hacer otro viaje en crucero, esta vez desde Moscú, bajando hacia el sur, hasta el Mar Caspio.
Sin embargo, mi esposo dice que quiere ir al lago Baikal.